Juan la acompañó
hasta el trabajo, la besó y se quedó parado, observándola con deleite,
mientras subía la escalinata del edificio. Está guapa –pensó- , qué bien le
sienta ese traje rojo y con qué gracia domina los tacones al andar...
Entonces se cruzó con ella un hombre que salía, éste la miró
con atención y seguidamente volvió la cabeza para contemplarla. Al percatarse
de la presencia de Juan, le hizo un gesto de complicidad y él, volviéndose, se
fue lleno de orgullo, que se disipó al recordar que ni siquiera sabía cuándo
volvería a verla.
Mujer subiendo escaleras. Bassari