El pequeño veía a menudo pasar por su casa al hombre que pregonaba las arropías que llevaba en su canasto y que muchos le compraban. Aquella chuchería alargada, de color rosa y hecha a base de azúcar le atraía sobremanera, pero por mucho que la pidió a su madre, ésta nunca quiso comprársela. Ella argumentaba razones de higiene, como que el vendedor las fabricaba en su casa, donde estaba todo sucio.
Comoquiera que el niño insistía, la madre, buscando el rechazo del caramelo, llegó a decirle que se fabricaban en una “escupidera”. El comprendió que no debería comerlo pero no perdió su deseo por conseguir una arropía, pues llegó a representar para él lo inalcanzable, quizás por eso pocas metas en su vida le parecieron inalcanzables.
Foto:Malagapedia
1 comentario:
Este es texto es chulo, muy positivo. Felicidades!
Publicar un comentario