martes, 1 de enero de 2013

AÑO NUEVO, VIDA NUEVA.


Estando sentada en la sala de espera pasó una doctora a la que hacía tiempo que no veía. Parecía ajetreada, buscando pruebas o algo de un paciente que debería tener un problema. Advertí que llevaba el pelo muy muy cortito y recordé que la última vez que oí un comentario sobre ella fue en un tono preocupante. Estaba guapa y derrochaba actividad, como siempre.
Cuando veo a una de estas mujeres, en su trabajo, llevando los niños al colegio, en el cine, etc., me imagino que llevan sobre su cabeza un surtidor invisible que nos va rociando de gotitas, con mensajes que nos dicen: “lo vencí”, “se puede”,  “hay solución”.
Al rato volvió a pasar con su paciente, parece que le resolvió el problema y creo que también a alguno de los que allí estábamos.
Frederic Bazille. El vestido rosa. 1864


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