lunes, 24 de junio de 2013

BALADA PARA DOS LOCOS.-


Recuerdo aquella tarde en que, mientras el profesor corregía a un compañero, miré por la ventana y vi la torre de S. Miguel. Siempre me había atraído su chapitel, de geometría blanca y azul, que brillaba ante mis ojos. En un momento en que nos miramos te dije: "vení, volá". De la mano, nos escapamos y rápidamente, llegamos hasta ella, dejando a todos abajo. Volamos por los alrededores y tú me sujetabas con fuerza, para que no me fuera con el viento.  Recogimos los últimos rayos de sol y debajo de nosotros, Jerez empezaba a encender sus luces y a llenar sus terrazas. Vimos a los niños jugar en las plazas de los barrios y sus padres o abuelos sentados en los bancos, mientras nos guiñaban las primeras estrellas. La luna apareció sonriendo viendo a dos locos jugando entre las nubes…
En algún momento, volvimos y entramos cautelosamente, cuando ellos, discutían sobre Heráclito, ignorando que nos habíamos perdido tan interesante debate.
 
 

sábado, 22 de junio de 2013

CUESTIÓN DE FE.-


Los expertos en meteorología han anunciado que este verano de 2013, será el primero desde hace 25 años en que no hará calor.
Mi primer pensamiento fue para las miles de personas que encuentran en las playas y el veraneo su “modus vivendi”, muchas, dado que España se ha quedado para el sector servicios, más cerca quizás de la servidumbre. Recordé a los trabajadores de los chiringuitos; a  los padres de familia que, con el auge de la hostelería en los meses de verano, obtienen casi el único sustento en todo el año para los suyos; estudiantes que, ya sea como socorrista o vendedor de refrescos y helados, consiguen pagar la cada vez más cara matricula de su universidad. También pensé  en  aquellas familias que alquilan su vivienda cercana al mar y cuyo dinero es un gran alivio para  los males domésticos.
Pero al poco, me asaltó un irreprimible sentimiento egoísta y me imaginé llegando a una playa donde no tendría que dar diez vueltas antes de aparcar, ni soltar un euro para el gorrilla. Tampoco vendría nadie a clavar su sombrilla, cual bandera en terreno conquistado, junto a mi toalla. Ni me despertarían unos gritos reclamando a algún niño que saliese del agua. Podríamos comer las sardinas  en  la barra del bar sin que ningún brazo sudoroso tropezase con nuestra espalda. En resumen, disfrutaríamos  tranquilamente de la playa a la vez que se gastaría menos agua en duchas refrescantes y menos electricidad en aire acondicionado, cuyas facturas están en alza. También podríamos lucir chaquetas de verano, jerseys de hilo y zapatos que el calor no nos permite, sometiéndonos a  ver o vestir híbridos entre ropa de baño y calle, de pésima estética.
Bien mirado, esto del fresquito tiene sus ventajas.  El sector de los libros y discos, por ejemplo, podría vender más, porque la gente se quedaría más en su casa, o iría a los cines. Las tiendas de artesanía, manualidades  y bricolaje también harían más negocio, entre otros. El turismo se repartiría entre costa e interior y todos pillarían un poco de los gastos en vacaciones.
Definitivamente, prefiero un verano sin calor. Pero  es sabido que éstos del tiempo no aciertan nunca y ya están subiendo las temperaturas, así que haré como  Bañez, la ministra de empleo, que ante su incompetencia , no dimite, le pide ayuda a la Virgen del Rocío . Así que yo he decidido elevar mi plegaria, para que no haga mucho calor. Total, el sol, las nubes y los astros, están más cerca del Cielo que los trabajos
 
 
Niñas en el mar. Sorolla. 1909



 

domingo, 2 de junio de 2013

TESTIGOS MUDOS.-


Hay personas, que las conoces del colegio, del barrio, o de la casa de tus abuelos y que en ocasiones  te van recordando que están ahí llevando una vida paralela a la tuya.
Puede que hayas compartido juego con alguna, pero no recuerdas sus nombres ni  si alguna vez  existió alguna conversación entre vosotros.
Te cruzabas con algunas en el Instituto , habéis coincidido en algún bar, fiesta o una caseta de feria,  o viendo la procesión de tu barrio, o cuando fue a una gestión a tu oficina, o simplemente de tarde en tarde por la calle.
Sabes con quienes se han casado o vuelto a casar y los niños que han tenido.
A veces las ve en una fiesta de fin de curso del colegio de tus hijos, o llevando a los suyos al mismo espectáculo o fiesta donde vas con los tuyos.
Más tarde, están en la estación, igual que tú,  despidiendo a los chicos que estudian fuera.
Un día, te las encuentras en la boda o el entierro de un allegado común, os miráis y descubres la huella del tiempo en su semblante y adviertes que por ti han pasado los mismos años.
Otra vez os habéis encontrado en el Hospital, acompañando a vuestro padre o madre.
 
Hoy te has encontrado a uno de esos antiguos chicos del barrio en un geriátrico, estabais  de visita y por primera vez en tu vida has hablado con él. Has empujado una silla de ruedas hacía él, porque vuestros familiares, también se conocían desde niños y querían saludarse.
Al salir, y darte el aire fresco en la cara, te has dicho con desagrado: “ya sé dónde coincidiremos dentro unos años”
 
El Salón de Baile en Arlés. Vincent van Gogh, 1888. Museo D'Orsay