La vendedora llegó temprano a la feria de Jerez cargada de
claveles. Manuel, un jovencito que iba
por primera vez con su novia, le compró uno rojo. Carmen se lo puso en el pelo y él
le dijo: -Así me gusta, una flor que porta otra flor. Y brindaron con "rebujito".
Cuando estuvieron en la calle del infierno, desde lo más
alto de uno de los “cacharritos”, el clavel salió volando y lo cogió Jesús,
ofreciéndoselo a Ana, la secretaria de la empresa, que se lo colocó en el
escote y que después de varias horas de fino y feria, bailaba con verdadero sentimiento
y movía los volantes con pasión. El la piropeaba y le pedía el clavel como
recuerdo de ese día especial. En uno de los lances de la sevillana y exhibiendo
un pase torero, se apoderó de él y lo guardó en el bolsillo.
A la mañana siguiente, su mujer antes de lavar el pantalón,
lo tiró mustio y oliendo a vino, con un gesto de desprecio.
2 comentarios:
¡Muy bueno, Carmen! Y con mucha narratividad, como dice el "profe".
Muuuuchas gracias. Para eso están los amigos, para animar.
Tú sí que vales.
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