El 22 de Enero estuvo programado el acto.
El 23 no pudo ser.
Tampoco el 24, 25, 26
ni 27, ya fuera por problemas con el clima, burocráticos, técnicos o de
seguridad.
El día 28 por la mañana hacía 1ºC, peligroso para nosotros,
algún ingeniero había mostrado preocupación al respecto, pero yo ya estaba con
mi equipo dentro del habitáculo y todas las autoridades, incluido el
vicepresidente del país estaban presentes. Cientos de periodistas y
televisiones estaban pendientes de nosotros. La emoción y la ilusión me
impedían valorar el momento. No podía creer que yo, Sharon Christa, una maestra, estuviese allí con aquellos
personajes. Me sentía orgullosa por mis hijos, que me contemplaban.
A las 11,38 la máquina se puso en marcha. ¡Por fin! ¡Mi
sueño se cumple!
73 segundos después sólo vi una bola de fuego y el
transbordador espacial Challenger se desintegró.
El Océano Atlántico nos recogió
ese martes de 1986.
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