viernes, 1 de junio de 2012

¡TE VOY A COMER!

-Cariño, déjame, por favor… ¿no ves que estoy ocupada? Anda, espera un poco.
…No sigas hombre, me vas a dejar el cuello marcado, ¡ten cuidado!, no me hagas daño.
Tras un ligero tirón de su cabellera, giró la cabeza, pero no llegó a ver a quien creyó  su marido; se le nubló la vista al tiempo que un reguero de sangre bajaba hacia el pecho.
Cuando volvió en sí, Drácula ya estaba en otro barrio de la ciudad.
Dama tocando el piano. Carl Vilhelm Holsoe.

1 comentario:

QQ dijo...

¿Se volvió vampira?
Muy sugerente lo del reguero de sangre hacia el pecho. Me encanta.