lunes, 20 de agosto de 2012

LA AVENTURA DE ERNEST

Al día siguiente de entrar Gran Bretaña en la primera Guerra Mundial, el 9 de agosto de 1914, zarpé del puerto inglés de Plymouth, junto a 26 compañeros a bordo del Endurance. No tenía miedo, no era mi primer viaje, aunque sí el más importante.

Al poco tiempo, el barco quedó atrapado. Pasamos meses en un campamento improvisado sin que nadie viniese a rescatarnos. No había llegado la época dorada de las comunicaciones y un país en guerra no puede velar por todos sus súbditos. Pasamos duras pruebas físicas y psicológicas de supervivencia. Llegamos a jugar al fútbol y hacer teatro a temperaturas extremas, para mantener la mente y el espíritu activos.  Los perros fueron parte de nuestro alimento. Recorrimos kilómetros andando cargando todo el material. Un grupo navegamos en un bote salvavidas hasta una isla, mientras el resto esperaba.  Después otra travesía de 1300 km. en otro bote abierto por uno de los mares más peligrosos del planeta. Ya habían pasado dos  inviernos de vientos y nevadas y llegó otro verano  cuando yo, Ernest Shackleton, junto a dos compañeros, sin mapa ni equipo  adecuado, cruzamos una montaña nevada hasta que encontramos por fin ayuda. Como el gobierno británico tardaría varios meses en rescatarnos, después de muchos intentos, el 30 de Agosto de 1916, en un barco chileno, recogimos al grupo que esperaba en la Isla Elefante.
No conseguí cruzar la Antártida como pretendía, pero fui considerado  el mejor líder de la historia de la aventura y la épica, que logró mantener vivo a todo el grupo, en las condiciones más adversas, llegando a altas cotas de superación del ser humano.
Foto: Frank Hurley

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