La ilusión y la inquietud acompañaban su camino. Aún
recordaba las palabras de ella,
vacilantes, pero cálidas: “… Estoy archivando fotos en el ordenador. Acabo
de pasar las de la comida de empresa y el curso que hicimos en Alicante. Estaba
pensando que si te animas, te invito a un café y las vemos juntos…”
Estaba seguro, siente lo mismo que yo, -se decía-.
Después de tantos años adorándola, ha llegado el momento. Ella ha sido
prudente, ha esperado a divorciarse antes de empezar algo conmigo…Habrá llevado
al niño con los abuelos para que estemos tranquilos…
Cuando se abrió la puerta de la casa, vio al hijo:
-¡Ejem!… ¡Hola Luisito! ¡Qué alto estás, campeón! ¿Y tu
madre?
-Hola. Me ha dicho que pases, que ha ido a comprar algo para
merendar. Oye, Antonio ¿tú eres informático los fines de semana?
-¿Yo?, no ¿por qué?
-Sí lo eres. Mi madre ha dicho que el único que podría
arreglarnos el ordenador hoy sábado sería Antonio
Corrada del Obispo. Eduardo Urculo.
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