A diario paso junto al Real de la Feria. Desde hace un par
de meses que pusieron los primeros hierros de las casetas, hasta hoy, que ya
está la noria presidiendo los “cacharritos” y han descargado las sillas de los bares, he observado el montaje de la misma. Y son pena, escepticismo y
falsedad , los sentimientos que me acompañan.
¿Qué ganas de feria tienen los 37.200 parados de Jerez y sus
familias? ¿Cómo darle coba a un niño para no llevarlo? ¿Y la débil esperanza de
los feriantes?
Quedaron muy lejos los años en que esperaba esta fecha contando
día a día. Muy atrás, el llevarme una semana insistiendo para que me dejaran
volver una hora más tarde. Y recuerdo el placer de la primera vez que salí de
allí al amanecer, mientras los altavoces de las casetas seguían preguntando “¿qué
será lo que quiere el negro?”
Ahora, no me apetece nada pasar por la cruda realidad,como la furgoneta de los desafortunados rumanos cuyos niños, los mismo juegan, defecan, que se asean junto a ella, habiendo un campamento de feriantes, ni cruzar una multitud de inmigrantes
y españoles, más o menos necesitados, que duermen unas horitas en unos puestos
donde muchos paran y pocos compran, para llegar al albero, donde políticos de
pacotilla muestran sus falsas sonrisas, se hacen fotos y cierran acuerdos, a
veces con beso, caiga quien caiga. No me entusiasma el paseo de caballos en una
ciudad donde ¿quién tiene un caballo?
O los tiempos han cambiado, o los lunares de mi traje tienen
poco que contarme, o ambas cosas. En fin, como siempre, que si viene familia,
que los amigos, que quedamos un día, que
ya que estamos aquí otro bailecito, que la última, que vamos…que nos veremos en
el Real.
Y volveré antes de de que los negros cercanos digan lo que quieren y aumente nuestra impotencia.
Y volveré antes de de que los negros cercanos digan lo que quieren y aumente nuestra impotencia.
P.D.: Políticos: si no sabéis beber, quedaros en casa. Ya
metéis la pata bastante el resto del año, para gestar
asuntos ilegales, arbitrarios o poco convenientes para los inocentes ciudadanos en la feria.
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