jueves, 26 de julio de 2012

INGENUO PERDEDOR.-


Aquella mañana el salió de su casa para trabajar, como siempre, a las 7,45, después de besar a su esposa y echar una mirada a los dormitorios de sus hijos. Repetía lo mismo cada día desde hacía 15 años. Anteriormente estuvo trabajando lejos y se sintió feliz cuando tras superar unas pruebas y méritos, consiguió ese puesto estable en su ciudad.
Al volver a su casa, se detuvo unos minutos con las llaves en la mano sin atreverse a abrir la puerta. No sabía cómo mirar a su mujer ni cómo explicarle a sus hijos que lo habían incluido, sin razón alguna, en el ERE de la empresa donde trabajaba.

domingo, 15 de julio de 2012

ESTO LO PAGAS TÚ

Erase una vez una familia que sufrió en su casa el robo de cierta cantidad de dinero y algunas joyas. Como no había señas de violencia, ni pistas, ni se detuvo a nadie, el seguro no les indemnizó.
Entonces se les ocurrió decirle a la asistenta que para recuperar esta pérdida estarían un buen tiempo sin pagarle. Como estaba interna, sólo tendría la comida y el alojamiento.
Ella no pudo hacer otra cosa. No tenía dónde ir y no encontraba otro empleo. Oía que otras personas negociaban despidos, cobraban el desempleo, cambiaban de empresa, pero no era su caso.
Pasado un tiempo oyó la noticia de que el gobierno había tenido una gran pérdida económica a través de los bancos, pero no lo pagaron los culpables. Entonces le quitaron parte del sueldo y derechos a sus empleados. Ella pensó que todo esto le sonaba, que ya lo había vivido.
El Fregadero. Giuseppe Crespi "El Español". 1720

sábado, 7 de julio de 2012


INSATISFECHO.-
El llegó a casa de una amiga a las 11 de la mañana. Tomaron un pequeño, pero dulce desayuno que ella había preparado y se dedicaron a sus asuntos.
A las 12, hubo una llamada perdida de su ex- mujer.
A las 12 y veinte, alguien llamó al timbre.
A la 1, comenzó a vestirse y despedirse lánguidamente.
A la 1,30 recogió a su hijo del colegio.
A las 2, recogió a su mujer del trabajo.
A las 2,10 se cruzó en un semáforo con aquella antigua compañera que tanto le gustaba.
A las 2,30 almorzó; como siempre, la asistenta había dejado sosa la comida.
A las 4, llegó a su centro de trabajo y al ver el lote de carpetas que esperaba sobre su mesa, murmuró: “¡qué rollo de vida, todos los días igual!”
El Pensador. Rodín. 1902