jueves, 18 de diciembre de 2014

BRINDANDO, BRINDANDO...

Llevaba una rosa seca en el pelo, el vestido arrugado, el rimmel corrido, un pendiente en el bolso, una lentilla de menos y los zapatos de tacón en la mano. Al entrar en el ascensor se vio en el espejo, y esbozó una sonrisa bobalicona. “Dios mío, que no me vea ningún vecino”, se dijo.
Ya en la casa, se quitó la rosa, la que él le puso del florero de la mesa, en un sorprendente gesto que deseó que fuera sólo el principio.
De todas maneras, nunca la comida de empresa dio tanto de sí.
 
La grande bouffe. 1973
 

lunes, 8 de diciembre de 2014

JUNTOS


Ocurrió esta mañana. Llegué a la estación de Metro camino del trabajo y había en el andén una aglomeración extraña. Al acercarme, el gentío abrió paso a una camilla que era llevada por varios sanitarios del servicio de emergencias, en la que iba un señor intubado.
Pero lo que más llamaba la atención de esa imagen era un niño, de no más de nueve años, con una mochila a la espalda, que se agitaba y corría alrededor de la camilla, preguntando sin respuesta: “abuelo, abuelo ¿cómo estás?, ¡oiga! ¿se va a curar mi abuelo?”
Lo reconocí. Los había visto muchas veces juntos en el parque infantil de mi barrio, o caminando deprisa hacia la escuela, incluso en el centro de salud. Curiosamente, alguna vez me he preguntado: ¿quién acompaña a quién?
N. de R.: Esta vez no tuve que inventar, sólo contar lo ocurrido.